La Tercera Internacional oficialmente está enterrada. Ha desaparecido del escenario de la historia de la forma más indigna y despreciable posible de concebir. A toda prisa, sin consultar a los partidos adheridos a ella, por no hablar de las bases en todo el mundo, sin ningún tipo de discusión ni decisión democrática, Stalin ha abandonado pérfidamente a la Comintern debido a la presión del imperialismo estadounidense.